lunes, 3 de octubre de 2011

¿No consigues un permiso para experimentar con animales? Prueba con bebés

"Dogs First" (Levering, Albert, 1869-1929)  Fuente: Library of Congress 

Encuentro, en la edición del 4 de Agosto de 1894 (pag. 258) de la revista científica británica The Lancet, una breve nota de Thomas Hatfield Walker (1850-1907). En ella, el médico británico comenta lo siguiente:

"Conduje experimentos [..] exponiendo el suero a diferentes desinfectantes [..] Debido a la aprobación de la Cruelty to Animals Act, tuve que probar el suero con los bebés que me traían para que fuesen vacunados; la dificultad de obtener el consentimiento de las madres evitó que llegase a una conclusión satisfactoria."

¿Sorprendido? No deberías (demasiado) si conoces el contexto histórico. Por un lado, Reino Unido ha sido siempre pionero en la lucha contra la experimentación en animales, contando con organizaciones que buscaban la erradicación de la vivisección tan pronto como en 1875. Debido a las presiones de esta organización, en 1876 se aprobó la Cruelty to Animals Act, que regularizaba y limitaba la práctica de la vivisección. Pese a ser una ley poco restrictiva en comparación con las actuales, fue muy avanzada para la época, y siguió en vigor durante los siguientes 110 años.

Por otro lado, la experimentación médica con humanos no ha sido rara en los dos últimos siglos. Son muy comunes los casos de científicos decimonónicos que experimentaron en sus propios cuerpos (Johann Jorg, John Haldane) o en el de sus familiares y amigos (Edward Jenner). Son, desgraciadamente, numerosos también los ejemplos de científicos experimentando en personas vulnerables (esclavos, convictos, pobres, enfermos mentales, prisioneros de campos de concentración...) sin su consentimiento. Estos experimentos, que se llevaron a cabo en Europa y Norteamérica hasta los años 60 y más recientemente en países del "Tercer Mundo", han sido la base de numerosas especialidades de la medicina moderna.

Llaman la atención, sin embargo, las palabras exactas que eligió T. Hatfield Walker. ¿Pensaba realmente que la Cruelty to Animals Act era lo suficientemente estricta como para preferir practicar sobre niños un experimento que podría haber realizado sobre animales? ¿Puso alguna sección de la élite victoriana los "derechos de los animales" por delante de los de las clases más desfavorecidas de su sociedad?

Esta entrada participa en la VI edición del Carnaval de Biología, acogido este mes por el blog Diario de un Copépodo.

8 comentarios:

A. dijo...

¿Puso alguna sección de la élite victoriana los "derechos de los animales" por delante de los de las clases más desfavorecidas de su sociedad?

No. En general, las personas que defienden los derechos de los animales son personas que piensan que la crueldad es la peor cosa que hacemos (definición de liberal de J. Shklar), y ese interés en evitar la crueldad se aplica tanto a animales como a personas. Hay una amplia composición del movimiento de gente de izquierdas preocupada por las desigualdades sociales.

No me cabe duda de que el espíritu de la Cruelty to animals act era que no se experimentara ni sobre animales NI sobre personas. Pero quizá, el que sí que puso su interés profesional sobre el de sus congéneres fue el médico que decidió ¡¡PROBAR CON SERES HUMANOS!! su suero.

Los ingleses, siempre mucho más empiristas que los continentales, se dieron cuenta hace mucho de que el motivo por el que nos parece aberrante experimentar sobre seres humanos es porque duele.

Anónimo dijo...

Hombre, no me llamaría tanto la atención si fuese experimentación con humanos ya creciditos pero, ¿¿¿con bebés??? Tela.
Gracias por participar con este dato tan curioso. ¡No puedo creer que no sea una cobaya!

Anónimo dijo...

Esta noticia me ha recordado a este corto cómic de 6 páginas, Babycakes: http://www.forovegetariano.org/foro/showthread.php?t=24569&highlight=babycakes

Francisco J H H dijo...

@Ahypnos Por supuesto que el espíritu de la norma no recoge supeditar el derecho de los humanos al de lo animales. Pero uno se pregunta hasta que punto la decisión del médico vino dada por la presión de su entorno. Recordemos que ese artículo se publico en una revista científica, y lo que hoy supondría una detención inmediata, en aquel momento les pareció normal.

Finales del siglo XIX es muy interesante respecto a los derechos de los animales. Por un lado, la falta de regulación hacía que algunos científicos hiciesen verdaderas burradas innecesariamente. Por otro, en Inglaterra, los grupos anti vivisección (principalmente damas de la alta sociedad no muy interesadas en las implicaciones filosóficas) eran muy activos e incluso agredían físicamente a los experimentadores. En Londres llegó a haber disturbios callejeros (Brow dog affair) a comienzos del s.XX.

@Anónimo Gran comic. No lo conocía

A. dijo...

Uf, entre las damas de la alta sociedad también existen: 1) fanáticas y 2) gente de izquierdas!

Parece mentira! :D

Gorka dijo...

Enhorabuena por tu clasificación preliminar (blog de ciencia) en los premios Bitácoras (y por el blog, por supuesto), espero que subas muchos puestos. Te deseo mucha suerte. Nos leemos. Un saludo.

Dani Torregrosa dijo...

Buen post.

Me ha recordado la propuesta 'irónica" del genio de Jonathan Swift' para que los niños pobres no sean una carga en su país...

http://www.ciudadseva.com/textos/otros/modesta.htm

Saludos!

Luis Tovar dijo...

¿Cuál es la razón por la que está mal experimentar en seres humanos sin su consentimiento?