Hace 400 años, anualmente dos flotas españolas salían de Sevilla para el Nuevo Mundo, una hacia Veracruz y otra hacia Cartagena de Indias. Una vez cargadas de la plata, y (cada vez menos) oro americanos, las diversas agrupaciones de barcos que conformaban la Flota de la Plata se reunía en la Habana para el viaje de regreso hacia la Península. Éste continuo flujo de metales preciosos convirtió a España en el país más rico del Mundo, pero no fue a poco precio, algunas flotas fueron capturadas (1628 por Piet Hein, las de 1656 y 1657 por Blake), y otros muchos de los barcos se hundieron con su carga.
No es de extrañar entonces, que ahora España sea el país con mayor patrimonio subacuático del mundo. Centenares de galeones esperan con su carga intacta a ser descubiertos en los fondos marinos. Según las leyes españolas, todo barco naufragado bajo bandera española y su contenido pertenecen al Estado (aunque habría que reconocer, que en justicia debería pertenecer a los descendientes de los pobres indios que lo extrajeron), sin embargo, una nueva serie de cazatesoros con alta tecnología empieza a robar nuestro patrimonio.
Ese puede ser el caso de la compañía estadounidense Odyssey, que el pasado día 18 saltó a las portadas por encontrar 500.000 monedas de plata y oro de un lugar no revelado de las cercanías del Estrecho. Este tesoro, el mayor nunca encontrado, fue inmediatamente transportado en avión desde Gibraltar a los Estados Unidos. La compañía fue contratada para encontrar el HMS Sussex en la zona del Mar Alborán, sin embargo, se desvió de su objetivo.
Esperemos que se sepa pronto el nombre del buque y el lugar donde reposan sus restos, y si hay entuertos que desfacer, que se desfagan con la mayor presteza posible... pero lo cierto es que si esta vez no nos han robado, y el gobierno no se mueve para buscar y proteger nuestro patrimonio subacuático, ocurrirá en un futuro.
Las inversiones son grandes, pero los beneficios para todos también lo serán cuando se haga algo.
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